Los
últimos tiempos (¿estaremos nuevamente llegando a su fin e infinitamente partir
con otro ciclo? y, así eternamente).
Se
cree que en el mundo ha habido procesos traumáticos donde se ha involucrado la
existencia de la humanidad misma llevándola a otra realidad,
quizás hace miles o millones de años, porque la presente (de aquella época) ya
estaba viciada, especialmente la vida del Hombre donde vale+1+1 que la
vida, (las relaciones, la moral, la sociedad misma en todos sus por
menores) se cree que se llega a un punto donde todo colapsa y, único método,
tomar la masa, sobarla, amasarla y partir de nuevo. No han quedado vestigios
sinó de vez en cuando aparece algún objeto extraño (a veces incrustado en el
interior de rocas, como herramientas y utensilios que recién ahora en nuestra
existencia estan inventando, pero en otras épocas ya existían para sus
desaparecidos habitantes).-
El increíble descubrimiento sucedió en las excavaciones de Fuschl am See, se cree que en febrero de 2015. Las imágenes sorprenden porque si bien los científicos aseguran que el objeto data del siglo XIII antes de Cristo.
El hallazgo tiene una inscripción cuneiforme muy similar a la de un celular, pero que retrotrae a las formas de la antigua Mesopotamia. ¿Es la prueba de la inteligencia superior de las antiguas civilizaciones? Un gran misterio.
Un principio de la geología es que las rocas son viejas. Por lo tanto, los objetos de origen humano incrustados en la roca sugieren que la roca se formó después de que el objeto fue creado. Sin embargo, hay varios ejemplos de estas anomalías, que, a primera vista, parecen fijar la escala de tiempo y dejar la posibilidad que hubo otra creación, talvez, no sólo de la Tierra, sinó Cósmica...
Una de las versiones científicas más curiosas que recurren a los universos paralelos es la «interpretación de los universos múltiples» o «interpretación de los mundos múltiples» (IMM), de Hugh Everett.2 Dicha teoría aparece dentro de la mecánica cuántica como una posible solución al «problema de la medida» en mecánica cuántica. Everett describió su interpretación más bien como una metateoría. Desde un punto de vista lógico la construcción de Everett evade muchos de los problemas asociados a otras interpretaciones más convencionales de la mecánica cuántica. Recientemente, sin embargo, se ha propuesto que universos adyacentes al nuestro podrían dejar una huella observable en la radiación de fondo de microondas, lo cual abriría la posibilidad de probar experimentalmente esta teoría.3
El problema de la medida es uno de los principales «frentes filosóficos» que abre la mecánica cuántica. Si bien la mecánica cuántica ha sido la teoría física más precisa hasta el momento, permitiendo hacer cálculos teóricos relacionados con procesos naturales que dan 20 decimales correctos y ha proporcionado una gran cantidad de aplicaciones prácticas (centrales nucleares, relojes de altísima precisión, ordenadores), existen ciertos puntos difíciles en la interpretación de algunos de sus resultados y fundamentos (el premio nobel Richard Feynman llegó a bromear diciendo «creo que nadie entiende verdaderamente la mecánica cuántica»).
El «problema de la medida» se puede describir informalmente del siguiente modo:
De acuerdo con la mecánica cuántica, un sistema físico ―por ejemplo un conjunto de electrones orbitando en un átomo― queda descrito por una función de onda. Dicha función de onda es un objeto matemático que supuestamente describe la máxima información posible que contiene un estado puro.
Si nadie externo al sistema ni dentro de él observara o tratara de ver como está el sistema, la mecánica cuántica nos diría que el estado del sistema evoluciona determinísticamente. Es decir, se podría predecir perfectamente hacia dónde irá el sistema.
La función de onda nos informa cuáles son los resultados posibles de una medida y sus probabilidades relativas, pero no nos dice qué resultado concreto se obtendrá cuando un observador trate efectivamente de medir el sistema o averiguar algo sobre él. De hecho, la medida sobre un sistema es un valor aleatorio entre los posibles resultados.
Eso plantea un problema serio: si las personas y los científicos u observadores son también objetos físicos como cualquier otro, debería haber alguna forma determinista de predecir cómo tras juntar el sistema en estudio con el aparato de medida, finalmente llegamos a un resultado determinista. Pero el postulado de que una medición destruye la «coherencia» de un estado inobservado e inevitablemente tras la medida se queda en un estado mezcla aleatorio, parece que sólo nos deja tres salidas:4
(A) O bien renunciamos a entender el «proceso de decoherencia», por lo cual un sistema pasa de tener un estado puro que evoluciona deterministicamente a tener un estado mezcla o «incoherente».
(B) O bien admitimos que existen unos objetos no físicos llamados «conciencia» que no están sujetos a las leyes de la mecánica cuántica y que nos resuelven el problema.
(C) O tratamos de proponer una teoría que explique el proceso de medición, y no sean así las mediciones quienes determinen la teoría.
Diferentes físicos han tomado diferentes soluciones a este «trilema»:
Niels Bohr, que propuso un modelo inicial de átomo que acabó dando lugar a la mecánica cuántica y fue considerado durante mucho tiempo uno de los defensores de la «interpretación ortodoxa de Copenhague», se inclinaría por (A).
John von Neumann, el matemático que creó el formalismo matemático de la mecánica cuántica y que aportó grandes ideas a la teoría cuántica, se inclinaba por (B).
La interpretación de Hugh Everett es uno de los planteamientos que apuesta de tipo (C)
En ciclos infinitos, universos paralelos rotando eternamente donde remotamente pudieran quedar bajísimos recuerdos operando en el subconsciente colectivo e individual mal llamado karma...